Comprendiendo el síndrome del niño bueno
Si bien todos aspiramos a tener niños bien educados y respetuosos, existe un fenómeno llamado síndrome del niño bueno, que se da cuando los más pequeños reprimen sus emociones y deseos verdaderos con el fin de satisfacer las expectativas de los adultos. Lejos de ser un halago, este comportamiento puede convertirse en un problema de salud mental serio.
¿En qué consiste el síndrome del niño bueno?
Este síndrome se da cuando un niño o niña adopta un comportamiento extremadamente complaciente y sumiso para agradar a los demás, evitando el conflicto y ocultando sus verdaderas emociones y necesidades. Esto, lejos de ser saludable, puede llevar a una desconexión consigo mismo y a la construcción de una personalidad basada en las expectativas de otros.
Generalmente, el síndrome del niño bueno se da como una respuesta a entornos donde se “premia” la obediencia y se silencian las emociones. Al verse en la necesidad frecuente de agradar y ser aceptado, el niño aprenderá que su valor depende de lo complaciente que puede ser, lo cual puede afectar seriamente su autoestima.
¿Cómo afrontar este síndrome?
Reconocer la existencia de este padecimiento es el primer paso para su manejo. Los adultos debemos estar conscientes de su existencia y evaluar si el comportamiento de nuestros hijos puede encajar en esta descripción.
Es fundamental fomentar la expresión de las emociones y sentimientos, permitiendo que los niños se sientan cómodos siendo auténticos y reales, y no una versión filtrada de sí mismos. También es importante promover la autonomía y dejar que los niños tomen decisiones, en la medida de lo posible, para fortalecer su confianza y autoestima.
¿Qué hacer para ayudar a mi hijo?
Si sospechamos que un menor puede estar sufriendo del síndrome del niño bueno, es necesario acompañarlo en este proceso y buscar ayuda de un profesional de la salud mental si es necesario. La terapia cognitiva-conductual es una opción efectiva para aquellas familias que enfrentan esta problemática, acércate a Marta Carpio y deja que los guíe hacia un bienestar mental más pleno. ¡Tu familia merece lo mejor!
En esencia, el papel de los adultos es crucial para prevenir y abordar este padecimiento. Debemos esforzarnos en construir un ambiente de amor incondicional, donde los niños se sientan seguros para ser ellos mismos. Así, estarán mejor equipados para enfrentar la vida con una buena salud emocional, sabiendo que su valor no está ligado a cuánto pueden complacer a los demás.